OTRAS JOYITAS DE AGUASCALIENTES (2)

EL MITO DEL DESARROLLO SUSTENTABLE
Los economistas y otros “científicos sociales” del siglo XX ligados al capitalismo tomaron prestado el término “desarrollo” que en biología significa el cambio que sufre un organismo vegetal o animal a lo largo de su vida individual, para proponer la teoría de que las sociedad contemporánea (capitalista) alcanza un nivel cada vez mayor de bienestar. Los políticos tomaron esta teoría como ley y prometieron el bienestar a través del “desarrollo”. Sin embargo, la historia demuestra que toda sociedad humana tiene un apogeo y una decadencia, lo mismo que en biología un individuo llega a la plenitud y la vejez y, en lo colectivo, cada especie tiene una evolución y eventualmente una extinción. Sin embargo, los capitalistas siguieron con su cuento del desarrollo constante e ilimitado hasta que en la década de los setentas se dieron cuenta que el capitalismo no lograría jamás que las clases más bajas de las sociedades se “desarrollaran”, es decir que no mejoraría su calidad de vida por más que se esforzaran. Los neoliberales en los ochentas cambiaron el objetivo en su discurso: el “crecimiento económico”, que es sólo una parte del desarrollo propuesto anteriormente y que oculta el abuso de los recursos naturales pues si al “crecimiento económico” le restamos los recursos naturales consumidos para lograrlo y la disponibilidad futura de los mismos, el “crecimiento” queda en saldos negativos. En los noventa, se resucitó el término de “desarrollo” agregándole la palabra “sustentable”. La paradoja es que el sistema de producción capitalista llama a la vida y al medio en la que ésta se sustenta “recurso natural” cuando le es útil (cuando no es útil, ni siquiera los nombra). Nunca en la historia un sistema económico-político-cultural había despreciado tanto a la vida. ¿Cómo es posible entonces que el desarrollo, que ya de por sí es una falsa promesa del capitalismo pueda llamarse a sí mismo “sustentable”?