lunes, 8 de enero de 2007

LA OTRA QUINTANA ROO

En el recorrido que la Otra Campaña realizó por el estado de Quintana Roo se hicieron visibles las luchas que el pueblo de la península enfrenta día a día. Los conflictos son diversos, sin embargo el despojo y la explotación de tierras de los indígenas, campesinos y ejidatarios, atraviesa cada una de estas luchas.En este estado, como en muchos otros de la República, se roban legalmente las tierras para el desarrollo de centros turísticos y comerciales, aeropuertos y tramos carreteros que darán, según el plan de desarrollo estatal, “un rostro cordial y moderno a la frontera sur de México”. Esta expropiación por parte del gobierno del estado ha sido destinada para la ampliación del aeropuerto en Chetumal y para completar el centro de desarrollo turístico de Majahual ubicado en el kilómetro 55 de la carretera federal Cafetal-Benque Soya, en el municipio de Othon P. Blanco. Ambos proyectos de construcción e infraestructura aeroportuaria responden a los proyectos de corredores turísticos y comerciales que implementa el Plan Puebla Panamá (PPP).Pero los indígenas y campesinos de estas regiones, que han trabajado las tierras por muchos años, han levantado su voz y reivindicado su derecho a la tierra. En el espacio convocado por la Otra Campaña se conocieron y compartieron sus experiencias de lucha, se escucharon y contaron sus historias de despojo. Se preparan para impedir que los señores del dinero sigan tomando y explotando las tierras que por derecho les pertenecen.Para que esta expansión aeroportuaria tuviera lugar, el gobierno tomó ilegalmente 229 hectáreas del Ejido Chetumal, por las que ningún propietario ha recibido compensación alguna. Más recientemente fueron comercializadas 90 hectáreas del mismo ejido que ya son parte del área residencial, previa y rápida legalización de títulos por parte del gobierno, lo que ha obligado a los habitantes a recibir un pago ínfimo por dicha compra. Sin embargo, la historia de despojo e indignación no es reciente, viene desde la década de los cuarenta cuando se construyó el aeropuerto y fueron desalojados de su territorio los campesinos que ahí vivían.“Es un esfuerzo claro de tomar nuestras tierras, el PPP no es más que una perfecta definición de los intereses de unos pocos extranjeros en nuestro país… Desde hace 10 años se vienen usufructuando esos terrenos y nosotros no hemos recibido nada, esos recursos nos corresponden” dice Álvaro Marrufo, representante del ejido Chetumal en la reunión de adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.Los pobladores de Majahual que llegaron a ese territorio en 1979 —con la dotación de tierras para crear nuevos poblados fomentado por el gobierno federal de entonces—, fundaron el Grupo Solidario “Puerto Bravo”, conocido hoy como Colonos Hermanos Flores Magón. Su historia ha sido una constante afrenta jurídica contra el rezago agrario, para legalizar sus tierras y tener un patrimonio que heredar a sus hijos. Su lucha lleva a la fecha seis muertos.Los campesinos de Puerto Bravo han hecho trayectoria en las diversas instituciones agrarias para pedir la regularización de sus tierras, de las cuales sólo han obtenido constancias que prometen otorgar legalidad pero que no avalan sus propiedades como legítimas, a pesar de estarlas trabajando por años. También han acudido a los diferentes partidos políticos, que les han prometido no sólo la regularización de sus terrenos, sino llevar el “progreso” a su comunidad: escuelas, refugios anticiclónicos, centros de salud… Todo ha quedado en palabras y discursos.A la reunión convocada por la Otra campaña llegó Sergio Benjamín Carvajal Rejón, un representante de la Asociación de Colonos quien enseñó un montón de cartas enviadas a las autoridades del estado pidiendo que el gobierno actuara para resolver el conflicto. Las respuestas gubernamentales, también en carta, fueron mínimas; se decía que no sólo “técnicamente”, sino legalmente era imposible intervenir.Lo que la Otra ha sacado a la luz en Quintana Roo son las luchas contra el despojo y el desprecio que se tejen en los pueblos indígenas y campesinos que han levantado su voz y reivindicado su derecho a vivir con dignidad. Sin embargo, también han denunciado la represión cotidiana de que son objeto, advertencia que habrá de convertirse en un nuevo espacio de lucha pues la defensa de los otros que también somos nosotros, será de todos.El aire no se vende“Nuestro problema en Nicolás Bravo entre los que somos mayas es tanta discriminación que estamos viendo por parte de las autoridades; nos están obligando para que firmemos que vendamos las tierras, son cosas que el comisariado hace los contratos con la gente de dinero. Pero no estamos de acuerdo, vemos que no nos conviene porque nos vamos a volver otra vez esclavos de los que tienen dinero y nos oponemos a eso y a la destrucción de las selvas”.El ejido Nicolás Bravo se encuentra sobre la carretera que va del sur a Escárcega, Campeche. En la mera entrada de la selva quintanarroense, aquí los ejidatarios han denunciado la manera escandalosa en que se está llevando a cabo la sobre-explotación de los recursos forestales sobre todo de las maderas de alta calidad. Esta tala ha sido administrada por la Sociedad Zial Xak ́tmal, constituida por cinco organizaciones coludidas con las autoridades ejidales, los delegados forestales y el comité de vigilancia.Denuncian también que el gobierno estatal está ansioso por certificar sus tierras para dar entrada a las compañías madereras y, aprovechándose de su necesidad, implementa el “Procede” que los ha despojado de cientos de hectáreas. Vendiendo sus tierras, único patrimonio de sus hijos, tienen que emigrar de la comunidad para buscar trabajo en Cancún.Estos indígenas mayas que entregaron el bastón de mando al Subcomandante Insurgente Marcos, se han levantado en contra de esta sobre explotación indiscriminada y han decidido no vender más sus tierras y no permitir la destrucción de las selvas que son el pulmón del mundo. “Como la madera de medida está ya muy adentro, a dos o tres kilómetros de la orilla, los tractores entran y tumban todo para llegar hasta ahí sin importarles nada”.Estas voces han empezado a escucharse y conocerse ya no sólo en sus lugares, como luchas aisladas o individuales, se han encontrado como una diversidad que vive y enfrenta los mismos problemas, que lucha y se resiste contra el despojo de su territorio y su cultura. Ahora habrán de enfrentar colectivamente ese enemigo común.

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